Creo que no recuerdo la ultima vez que pasé tanto miedo. Miedo de perder a mis hijos o o a mi marido. Miedo de no saber si es la ultima vez que les vea cuando salgan por la puerta. Ayer, un tremendo bombardeo silencio toda la ciudad de Gaza al alba, cuando todos dormíamos. Ese día, era como otro cualquiera, mis hijos irían a la escuela, mi marido a trabajar, ya que, era militar y no volvería en más una semana y por último, yo me quedaría en casa haciendo las tareas.
Esa mañana, un ruido ensordecedor despertó a toda la ciudad recordándonos un día más que no había escapatoria de este lugar tan aterrador e inseguro. Sueño con poder escapar y llegar a vivir una vida fuera de peligros, pero no es más que una falsa realidad. En cambio, hoy, nos tuvieron que desalojar y llevar a un lugar al que llaman ”seguro”, pero lo dudo porque aquí ya nada lo es. Cogí a mi hijo pequeño a horcajadas y al mayor de la mano lo más rápido que pude y salí a trompicones de casa junto a mi marido pisándome los talones. No miré atrás en ningún momento porque me podía imaginar lo que me encontraría.
Cuando llegamos a la carpa, el personal nos acogió de una manera inexplicable, pero me di cuenta de que no estaba mi hijo mayor con nosotros. El miedo se apoderó de mi y en ese momento no se me ocurrió nada mas que mirar atrás y buscar a mi hijo. A lo lejos, vi un cuerpo y un rostro que reconocería entre miles y ahí, sentí el verdadero terror. Corrí lo mas rápido que pude a dónde él, el miedo me nublaba la vista, pero lo único que veía era a mi hijo tirado en el suelo, inmóvil. Me agaché y sentí que me faltaba el aire al ver la zona del pecho ensangrentada. Mi marido al ver que no me movía, se aproximó hacia nosotros y le cogió en brazos a la vez que me ayudaba a levantarme a mi también.
Unas horas después supe que había perdido a mi hijo, pero también me había perdido a mí, y supe que no nos encontraría jamás, no en esta vida.
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