Tema semanal del blog III (Esther Basauri)
Desde hace un tiempo, miles de residentes de Palestina están viviendo en condiciones pésimas, no teniendo ni siquiera un lugar para vivir. En esta foto, se refleja la historia de uno de todos esos miles de habitantes que están intentando sacar una vida por delante.
Ella es Leila, madre de 5 hijos, de los cuales sólo ha podido sobrevivir Nora. Los demás fueron asesinados a causa de uno de los miles de tiroteos que sufren al día.
Leila era una chica normal, como muchas de las residentes de Palestina, con una vida como la de muchos. Quince años atrás, Leila encontró al amor de su vida, Hamza, y al pasar un mes después de conocerse, decidieron formar una familia juntos. Todo iba en orden, ellos dos tenían un trabajo, un sueldo estable, y una familia a la que cuidar y alimentar.
No hace mucho, uno de los cuatro hijos de ellos dos encendió la televisión, y en ella aparecían una imágenes un tanto sensibles de ver, que se asimilaban a las de una guerra. Omar se alarmó y llamó a su madre para que viese la televisión. Leila también se asustó, pensando que aquellas bombas que caían estaban dirigidas hacia ellos. Aún así, ella no quiso preocupar a los niños y les dijo que no pasaba nada.
Un rato después, los niños salieron de casa para ir a jugar al parque, pero al salir, vieron que la casa de los vecinos que tenían enfrente estaba destrozada. Parecía haber sido acto de una guerra. Los niños se quedaron en shock, sin saber cómo reaccionar. Cuando Leila salió de su casa a llevar a los niños al parque, vio que al lado de sus hijos estaban unos hombres con armas más grandes de lo que uno se puede imaginar. Los niños no se habían dado cuenta, hasta que Leila les gritó obligándoles a entrar en casa.
Ya era tarde, cuando uno de ellos intentó mover un solo pie, aquellos hombres que tenían al lado agarraron las armas y les dispararon a todos ellos. Leila y Nora consiguieron sobrevivir, encerrándose en casa hasta que no se escuchasen disparos. Nora era la niña más pequeña, con tan sólo 2 años, y estaba dormida cuando todo esto ocurrió.
Al cabo de unas horas, ellas dos escucharon el sonido de una ambulancia viviendo desde la calle, y Seila salió disparada para pedir ayuda. La ambulancia les acogió a ella y a su hija pequeña, y les llevó al centro de ayuda más cercano de aquella zona. Desde entonces, Leila y Nora viven en la calle, refugiándose en casas comunitarias, como muchas de las personas que están sufriendo esta catástrofe.
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