Cuando cumples ochenta años, sufres un golpe de realidad y te das cuenta de que no vas a vivir mucho más. Así que, si me dieran la oportunidad de volver a tener 25 años y volver a vivir mi vida exactamente como ya la he vivido, aceptaría sin dudarlo.
¿Me compensaría vivir lo vivido? Si, claro que sí. Tendría la posibilidad de volver a ver a familiares, amigos y mascotas que fallecieron. Podría volver a leer millones de libros, escuchar canciones que me sé de memoria por primera vez, viajar volviendo a visitar todos esos sitios que tanto me gustaron y revivir tanto sensaciones, como anécdotas. Al igual que los peores momentos, que imagino que no serían pocos. Aun así, teniendo la experiencia de una persona de ochenta años, tendría una perspectiva diferente sobre la vida, por lo tanto a pesar de vivir las mismas situaciones, mi mentalidad y mi manera de verlo serian tan distintos que merecería vivirla otra vez y volver a disfrutarla, pero esta vez al máximo.
Creo que la base de una buena vida depende mucho de como está y como piensa la persona, de este modo, aunque viviese exactamente la misma vida, esta sería completamente diferente. Además, estoy segura de que al final de la vida lo único que te quedan son los buenos momentos y las anécdotas más graciosas, así que por más difícil que mi vida pudiera ser, se que estaría tan agradecida y orgullosa de ella que la repetiría las veces que pudiera.
Tal y como me dijo mi abuelo “Creo que la vida pasa demasiado deprisa y no te deja el tiempo que realmente necesitas para asimilar todo lo que está pasando, ya que cuando te das cuenta tienes ochenta años y sigues creyendo que tienes 20”
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