Hay gente a la que le da miedo la muerte, pero es algo inevitable, todos acabamos muriendo antes o después. No hay que tenerle miedo, hay que aceptar que es parte de nuestra vida y vivir con ello.
Si me obligaran a elegir entre saber el día exacto en el que voy a morir o la forma en la que voy a morir. Elegiría saber el día en el que voy a morir.
En primer lugar, sabiendo el día en el que voy a morir podría mentalizarme y adaptar mi vida en función de que sea algo cercano o lejano. Si me dijeran que voy a morirme en un mes, no perdería el tiempo yendo al colegio, aprovecharía a cumplir algún sueño y me despediría de mi familia y amigos con una gran fiesta. En cambio, si me dijeran que me quedan 80 años de vida, tendría una vida normal y en mis últimos años de vida estaría preparada mentalmente.
La razón principal por la que preferiría saber el día en el voy a morir, sería por todos los inconvenientes que tiene saber la forma en la que voy a morir. Si me dijeran que voy a morir en un accidente de tráfico, sentiría miedo cada vez que me subiera a un coche, moto o autobús. O si me dijeran que voy a morir asesinada, también viviría aterrada pensando en quien podría ser mi asesino. Es decir, al saber cómo, pero no cuándo, no podría tener una vida plena, viviría con una ansiedad constante.
En conclusión, decidiría saber el día en el que voy a morir para poder estar tranquila y plantear mi vida según el tiempo que me quede. De esta manera, no limitaría mi vida como lo haría saber la forma de mi muerte, ya que viviría con un miedo continuo.
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